Durante toda mi vida he llevado una vida recta, tranquila y aplicada. Nunca tuve un desliz de ninguna índole. Soy Católico Apostólico Romano y sigo la doctrina al pie de la letra . No fumo, no bebo, jamás he probado alguna droga, no uso anticonceptivos; pues estoy en contra del aborto; rezo antes de las comidas y voy a misa los Jueves y Domingos.
Hoy es Domingo,.. he faltado a misa; porque desde hace un tiempo estoy muy enfermo. Mi familia si ha ido y espero su regreso para comunicarles lo que tengo. Me encuentro en un sillón-cama estilo Luis XV. Mis ojos fijos en una araña de veintinueve velas. Cada vez que los cierro me remito a aquel momento; a quel lugar, el lugar del pecado, de mi pecado; Un lugar púrpura, todo púrpura, paredes púrpura, techo púrpura, puertas púrpura, sillón púrpura, sábanas púrpura. Todo me remitía a un cuadro de la Roma de Caligula... El vino, las frutas, el aroma a incienso mezclado con sexo, la piel descubierta y la luz tenue. Lila, su nombre era Lila, tenía diesciseis años pero había vivido mas que yo en mis cincuentaysiete (me enseño a fumar, a besar y la manera en que las manos acarician; me enseño el placer de pecar).
Esa mañana salí del Bachillerato donde doy clases en mi R6 modelo setentaysiete. Llovía como llueve en verano. Cuando pasé por una parada de colectivos y ví a una niña mojándose. Frené y subió. Llevaba puesto el uniforme del Bachillerato, no la había visto antes... Entre su cabello mojado y su perfume hecho gotas encontré sus ojos y ella con sus yemas mi nuca. Luego el cuarto púrpura. Luego el presente. Abro los párpados y ahí está, la araña de veintinueve velas... Y yo aquí, en la espera del regreso de mi familia, para confezarles mi pecado y la enfermedad que contraje por estar en contra del aborto.
16 junio, 2007
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